lunes, 21 de noviembre de 2011

Lectura 1:Características del conocimiento científico. ¿Qué es la ciencia?



 En el texto estudiado el autor establece las características definitorias del método científico. A partir de la noción de ciencia de J. Schumpeler (“ Es ciencia cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo. Estos esfuerzos producen hábitos mentales –métodos y técnicas- y un dominio de los hechos descubiertos por esas técnicas”) el autor profundiza en la noción de conocimiento científico atribuyéndole tres elementos esenciales:

En primer lugar, el conocimiento científico proporciona una descripción de la realidad y, al mismo tiempo, trata de explicar dicha realidad.

En segundo lugar, la descripción/explicación que la ciencia trata de hacer de la realidad debe llevarse a cabo sin elementos externos. La realidad objetiva debe explicarse a partir de ella misma. La aplicación de esta afirmación a todos los aspectos deriva en el materialismo filosófico, del cual el marxismo constituye su primer exponente.

En tercer lugar, el conocimiento no es un fin es si mismo, sino una parte de la actividad humana. El hombre usa el conocimiento para modificar la realidad. De este modo, el fin último del conocimiento científico es la acción.

Sin embargo, el autor establece dos diferencias fundamentales entre conocimiento y praxis. En primer lugar, el la valoración de los resultados obtenidos por el conocimiento debe medirse por su adecuación a la realidad, y no por sus aplicaciones prácticas (como ocurre con la acción/praxis). Es decir, la actividad cognoscitiva debe desembocar en la cognición. En segundo lugar, la praxis se debe ejercer de forma colectiva, mientras que la actividad cognoscitiva es, por naturaleza, una actividad individual. No existen formas de pensamiento colectivo, pero si mecanismos de actuación coordinada. Sin embargo, esto no significa que el pensamiento no sea una actividad social, sino que, en tanto actividad humana (de un ser por naturaleza social) es actividad social. La diferencia radica en su forma de manifestarse.

En consecuencia, el autor argumenta que la actividad cognoscitiva y la praxis no deben (e incluso, no pueden) desarrollarse de forma conjunta. Un hombre de ciencia, para no perder su condición, no debe preocuparse de las repercusiones prácticas de la misma ni indicar a los hombres de acción qué deben hacer.

Indignados en Nueva York

Mientras ojeo El País del pasado 2 de octubre me encuentro con una fotografía llamativa por inusual. Jóvenes manifestantes en Nueva york bloquean el Puente Brooklyn. El titular ¿El “otoño norteamericano”? parece participar de mi sorpresa. ¿Cuántas veces hemos visto salir a la calle a denunciar injusticias sociales a los norteamericanos en los últimos años? La imagen de un país dormido en la comodidad neo-liberal me viene a la mente. Sin duda, han sido necesarios datos escalofriantes como los que recoge la noticia (46 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza en EEUU) para despertar la conciencia ciudadana.
Por todos es sabido que la crisis actual es global, planetaria, mundial, o cualquier otro calificativo que se le parezca. Los problemas a los que se enfrenta la juventud, por ejemplo, española (las dificultades de acceso al mercado laboral y, por ende, a un salario digno, a un trabajo estable, a la vivienda, al derecho a formar una familia, etc…) son prácticamente idénticos a los que sufren los jóvenes americanos, franceses, alemanes o marroquís. Y es que las promesas que se nos hicieron en los tiempos de bonanza fueron las mismas y, por tanto, las frustraciones y decepciones también lo son.
Y frente a una problemática global, la solución, o al menos la reacción, pasa por la unión de los afectados. Por eso, la imagen de los “indignados” de Wall Street hace que me permita el lujo de ilusionarme. Y más todavía cuando leo que a las protestas se han unido grupos profesionales, como el de correos. Sin duda queda mucho trabajo por hacer, puesto que los recortes y decepciones continuarán llegando, pero si la mecha de la respuesta social está prendida, nos queda algo de esperanza, algo en que creer.